lunes, 16 de mayo de 2011

Eureka, ha funcionado

Esta es apenas una sencilla descripción de una mañana de mayo en un hogar con niños.  ¿Y qué tiene de especial mayo? Nada,  sólo que está antes de junio y en junio acaban las clases y comienzan las vacaciones. 

También porque se acerca el verano, que será la estación ideal para quienes se van a la playa pero que para estar achicharrándose a la sombra del hormigón de Madrid (que es muuuuucho), de ideal tiene poco.  Sumemos a eso que oscurece casi a las diez y hay que madrugar y explícale a un niño que para su salud física es necesario el descanso, aunque mucho más lo es para la salud mental de su familia.

Explícale también que aunque parezca que es de día, en realidad no lo es tanto y si bajas las persianas te dirá que le da igual, que él no tiene sueño y que "venga mamá, vamos a jugar otro rato!!".

Pues así las cosas llega la temida "mañana siguiente", esto es, ni más ni menos hace un rato.  Y sucede lo de todos los días: repetir una y mil veces las cosas sabiendo que no es así como debe hacerse, que las cosas se dicen sólo una vez, en el tono adecuado, bla, bla, bla....Que me diga alguien que ese método le ha dado resultado y ya mismo lo adopto.

Pero hoy ha pasado algo nuevo y que como dice el mismo Santi: "ha funcionado".  Y es que a veces, para quienes somos excesivamente pacientes, el comprobar que esta capacidad está a punto de extinguírsenos nos produce una especie de subidón que debe ser, (digo yo que de eso no entiendo nada), una liberación de adrenalina que muta en creatividad y te hace justito justito dar en la tecla.

El caso es que cartulina en mano hice algo tan extraordinario como poco novedoso: apuntar la lista de cosas que no estaba dispuesta a repetirle y que tenía que hacer antes de las nueve menos cuarto para llegar al cole a tiempo.  Lo llame, le pedí que se mantuviera sentado sin interrumpirme (cosa que le supone un gran esfuerzo pero lo hizo muy bien) y se lo expliqué.  De no ser así, entraríamos por la puerta trasera y el destino de su día escolar quedaría ya sujeto a la voluntad del director.  Amén.

Ignoro cuáles hayan podido ser sus cavilaciones, razonamientos o fantasías pero lo que sí sé es que a Santiago le gustan mucho algunas cosas:  leer, escribir, hacer listas que sigan un orden secuencial y hacer planes.  Dio un salto de la silla, dijo:"empecemos por la primera" y no paró ni para respirar.  Eso sí, con el bolígrafo en mano preparado para tachar cada uno de los pasos que iba cumpliendo.  En diez minutos estuvo todo terminado, incluyendo el doblado del pijama que se quitó y colocó encima de su cama.

De todo esto no fui conciente en el momento de ponerme a escribir pero ahora que lo pienso creo que esa fue precisamente la clave del éxito: se comprometió a partir de hacer cosas que le dan placer y seguridad.  Pero se comprometió. Y yo me sentí más que satisfecha de comprobar que una vez más, ha sido el razonamiento lo que ha funcionado.

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